domingo, 10 de septiembre de 2017

Un cumpleaños más...




Todos alguna vez hemos hecho pellas en el colegio, eso me sucedió en el 2016, las hice en mi blog saltándome un día tal como hoy.
El espacio y el tiempo en ocasiones confabulan para llevarnos a una renovación interior. Y, aunque me ha costado entenderlo, sigo opinando que la edad depende del ánimo con que la mires, puede ser un molesto número en el calendario, o bien, un premio al recorrido de vida que has hecho. Curiosamente, sigo sintiéndome afortunada de estar aquí sorteando con éxito todos los exámenes que me ha tocado con buena nota.
Mirar para detrás y recordar, debe ser con la única intención de volver ilesos de ese viaje; no en vano, tendemos a expresar en algún momento que, “cualquier tiempo pasado fue mejor”.  Podría asegurar sin miedo a equivocarme que no es cierto, seguro que, en ese momento, también creímos lo mismo de otro “tiempo pasado”
No es justo para nosotros invalidar lo que hoy somos por ponerle una emoción subjetiva a un tiempo de gloria que ya no está ni estará…
Mi mirada al pasado, hace ya algunos años que solo lo hago para agradecer. Sin aquellos tropezones del tamaño de un rascacielos, hoy difícilmente seria como soy.
Cada cumpleaños me regalo un Oscar de incalculable valor. Es el premio a la fuerza, al empuje que le imprimo a todo aquello en cuanto creo y, sobre todo, soy…
Después de duras negociaciones con el espejo y el calendario, llegue a la conclusión que había que hacerle un sabotaje a viejas creencias adoctrinada como ciertas. En este momento de mi vida, me quedo con las cosas pequeñas, sencillas, de esas que casi nadie repara en ellas.
Mi primer pensamiento al despertar siempre es agradecer, mirar lo que me rodea y valorarlo en un estado presente. Mí adorada rutina mañanera de una breve visita, a mi mustio jardín por el calor, y comprobar como éste se impone a las altas temperatura y a  pesar de ello, empieza a brotar pequeñas hojas verdes que recuerda la fuerza de la propia naturaleza. También me corta la respiración el rojizo atardecer, el ocaso de un día que yo tuve la fortuna de disfrutar, una página en blanco para escribir, una historia para compartir, una llamada…, una sonrisa… un saber que alguien quizás te piensa y agradece tu presencia de cualquiera de las maneras.
Puedo ser perfectamente un junco que se dobla mas no se parte, un alma dócil que solo quiere observar y aprender y, a la vez, un espíritu rebelde que se rebela a ser igual, conformista doblegada a la resignación.
Mi paso por esta vida no es para pasar de puntillas, tampoco busca la aprobación para más tarde colocarme las medallas que otros me dan, mi paso por esta vida, es tan simple como para vivirla como quiero y siento al margen de que otros lo entiendan… una perfecta imperfección sinfónica que eriza la piel, con la misma facilidad que enerva los ánimos.
Pocas cosas ya me valen, las que están en el departamento del “ya veremos”, quizás ya nunca tengan esa oportunidad, las preocupaciones se han convertido en semáforos de color verde, pues la solución no está en la desesperación sino en de qué o quien depende…

Y, no…, no me he olvidado del amor…, este está presente en mi vida de muchas maneras, de forma imperceptible se cuela entre las rendijas de una coraza que en ocasiones afloja derrumbada por una inocente sonrisa, la lealtad de tus mascotas, la gratitud de vuelta, y el amor incondicional a veces en tela de juicios de los que dicen conocerte…

Quiero seguir expresando las cosas como las siento, agradecer y continuar mi camino cuando lo que veo no me gusta, apartar de mi historia falsos egos que se llaman amigos, mentores y expertos en halagos melosos que degradan más que apreciar…,
Pues sí, con mucho gusto pago las facturas que me tocan por ser así…
Mi pacto con la vida va más allá de “lo supuesto” ya subrayo en negrita y cursiva aquello que me emociona, cada vez, menos cosas ruidosas y más detalles que resultan imperceptibles a la vista por las prisas del mundanal ruido. Curiosamente, éstas me hacen vibrar y eleva mi ser en una danza de mariposas que inesperadamente llegan...

Lo mejor de cumplir años, es poder contarlos… 
Esther Mendoza.