"Existe
cierto amor estable, que resulta lo más inestable cuando la rutina amenaza con
ocupar el primer lugar".
En
ocasiones, amar es como tirarse en paracaídas.
Te lanzas al vacío con la esperanza de volar, y, si tienes un buen acompañante, te aseguro que vuelas…en caso contrario, busca bien un buen sitio donde aterrizar porque durante mucho tiempo recordarás la caída…
Te lanzas al vacío con la esperanza de volar, y, si tienes un buen acompañante, te aseguro que vuelas…en caso contrario, busca bien un buen sitio donde aterrizar porque durante mucho tiempo recordarás la caída…
El
escenario romántico, algunas veces, tiene ventanas donde los fríos
vientos del norte entran a sus anchas. Cuando estos aires se cuelan por las
rendijas de una relación, el silencio y el orgullo forman la mejor alianza para
la derrota de un sentimiento.
...Algunas
actitudes contribuyen al estrepitoso fracaso de cualquier historia. El
silencio, una árida conducta que se maneja bien en unas tablas más que
dominadas, pacta con la incomprensión, el Oscar al olvido tiene su destierro
seguro. El resultado obtenido no es otro que una desoladora ventisca de soledad
acompañada del desamor...
Existen
periodos de nuestras vidas en la que creemos tenerlo todo controlado. Eruditos
de una sabiduría que nos pasa examen cuando cierta situación hace acto de
presencia, ahí, es cuando un guiño del destino nos empuja a transitar por un
pasillo resbaladizo donde nuestro tan pomposo equilibrio, cae de bruces con una
oxidada teoría.
Y,
es que en cuestiones del amor, no hay racionalidad que valga…
La madurez deja de ser un referente a tener en
cuenta ante el atisbo y desmoronamiento de un romance. Un alto porcentaje
reacciona de la misma forma al margen de la edad que se tenga. Cuando caes en aras del
amor y la intransigencia hace trizas el
corazón, la mejor “tirita” no es otra que pasar el duelo.
Ante
tan aplastante disertación y acompañadas de un gin tonic, un grupo de féminas
pasada la barrera de los cuarenta, se preguntaban cómo mujeres como ellas,
maduras, profesionales, centradas y equilibradas cuya máxima no es otra que
aquella que dice “tengo la vida que quiero, el mando, lo llevo yo”,
terminaban descubriendo que se
seguía sufriendo de amor igual que a los
quince años cuando el chico más atractivo de la pandilla, te cambiaba por la
chica guapa, inteligente y osada.
Y
queridas amigas, ¿quién dijo que la fortaleza que mejor preserva el corazón es
un buen argumento de ataque?, quien lo dijo, se había tomado dos gin tonic ¡dobles
para ser exactos! y ¡nunca!, nunca, se enamoró...
Aunque
una de las caras del amor sea el desamor, no hay mejor medicina contra la
rutina, que enamorarse cada día…
Lo ideal, es re-enamorarse de la pareja
siempre que ambos apuesten por ello, renovar momentos poniendo limites a
aquello que roba esos instantes, y, si no puede ser, ahí fuera hay alguien que
espera descubrirte y de paso, descubrirse…
Dejemos
que las cosas sucedan…
Esther
Mendoza.
La
pasión es como un delicado pétalo, es efímera pero su tacto perdura en la
memoria de la piel.