miércoles, 19 de marzo de 2014

TIEMPO DE OPORTUNIDADES...


 

 
 
Tiempo de oportunidades...

 


… Me incliné para rozar tus mejillas mientras dormías. Grabé en cada espacio destinado a mis recuerdos, el aroma dulce de tu piel limpia y suave como la de un ángel. Apenas te moviste. Abriste tus ojitos y fijamente me miraste haciendo más dura mi despedida. Segundos mas tardes, te dejaste  acunar  por querubines que acompañaban tu sueño.

 Algunas de mis asiduas y silenciosas lágrimas cayeron sobre tu rostro. Lágrimas que cuidadosamente seque con el roce de mis labios...

Te pido perdón por irme. Por cruzar un puente que me lleva  a un destino tan incierto como vaga es la esperanza de verte crecer junto a mí. No puedo estar a tu lado. La razón no es la ausencia de mi amor por ti, ese que corre por mis venas. Te confesaré que tal vez sea el poco que me tengo a mi mismo; fruto de un cansancio que se ha apoderado de la lucha incesante por el reconocimiento de unos  derechos que parecen ocupas en la bandeja de salida de aquellos que tienen “la última palabra”.

Igual que tú, me siento niño. ¡Necesito! que aflore y se cure este infante perdido que tengo dentro para ser el padre que tanto te mereces. En este pasillo de pruebas, busco la complicidad con el hombre guerrero que no empequeñece ante la adversidad ni frente a titulares rubricados cuya respuesta es un “espere…”

 Me llevo conmigo millones de gestos, sonidos, fragancias. Imágenes almacenadas en un rincón de mi memoria qué, a cuenta gotas, traslada a este cansado corazón por la espera la ilusión de compartir contigo aquellas cosas de "padre e hijos"…
Todo se demora ante una partida que no me permite elegir al contrincante, eso que llaman “circunstancias de la vida” lo ha hecho por mí.

 Sonrío al evocar tus hermosos ojos cuando me comía tus galletas y con expresión de enfado me traspasabas  tu desaprobación; ¡cómo  olvidarlo!... Era tu risa alegre e inocentes cuyas carcajadas iluminaban  los espacio oscuro de un hogar que nunca sentí mío; tu presencia frenaba mi partida.

 No siempre los adultos comprendemos nuestra función de padre. Somos primerizos en nuestro papel igual que tú en el de hijo...Me gustaría darte todas esas buenas recomendaciones que no sobran, aquellas que una vez me dieron y las guardé en el bolsillo de “no las necesito”.

Este tiempo alejado de ti ha sido mi peor tormento. Cometer errores es natural, marcharse de esta vida sin haberlos comprendido empobrecería el sentido de la existencia.

 Durante mis noches de insomnio, escribo notas que a modo de sugerencias algún día llegarán a tu persona.  Consejos que sentados en el porche de casa me hubiera gustado enseñarte.

 Nada es grande  sino es bueno y nada es verídico sino perdura.- pensaba mientras hacia un recorrido por los amarillentos capítulos de su empobrecida vida...-No busques el aplauso fácil, gánalo con la convicción de merecerlo porque tus proezas así te lo demuestran. Hijo mío, lo que uno no tiene no lo puede dar. No entiendas la libertad en hacer lo que quieres, en todo caso, en lo que tú espíritu y conciencia te dicte. Mi padre, tu abuelo, en una ocasión me dijo que no se es sabio por lo que se sabe, sino cuando uno se percata de su ignorancia y logra sobreponerse a la vanidad. Si tienes algo, ayuda, no te sientas superior por ello, pero tampoco menos si nada tienes.

 ... Te echo de menos cada segundo, en la soledad de mis caminos y en aquellos  silencios convertidos en refugio para rememorar el corto espacio de tiempo en el que me sentí  tu padre. Nunca dudes de mi amor por ti. Tal vez, no he hallado la forma de demostrártelo ni he encontrado esa senda que me lleve  a tu encuentro. Quizás, seas tú hijo el que me enseñe la ruta para regresar a tu lado…

 Siempre hay tiempo para el perdón...

 Esther Mendoza.