martes, 17 de abril de 2012

" HISTORIA DE UNA DESPEDIDA..."

"Para algunos, los sueños quedan atrapados en la niebla de una ilusion"





"Los fantasmas son los únicos que se alegran  de vernos en un escenario donde aún,  no se ha bajado el telón. Son esas fieles presencias que nos reciben frente a un pasado inconcluso..." 

... Después de algunos años y desvinculado de aquel pueblo que le vio crecer, se bajo en la vieja estación de tren donde de niño solía ir a jugar con su pandilla de amigos. 

Por un momento, soñó con la dulce e irracional esperanza que ella le estuviera esperando. Aún  sus labios conservaban el amargor de  aquella despedida en un domingo triste.

Mientras iba calle abajo, recordaba las últimas escenas a su lado. Acostumbraba a llegar tarde; siempre le incomodó su impuntualidad, pero para ella era algo usual y normal. Nunca supo donde encasillar ese pequeño matiz, si en el apartado de los defectos o muy por el contrario en su gran conjunto de cualidades desordenadas que lo enamoraron. La única vez que llegó puntual, fue en una ocasión que él le cogió el reloj y se lo adelantó algo mas de unos minutos, justo esos que la retrasaban siempre.

Evocó sus últimas imágenes juntos. Hoy tan lejanas y a la vez tan cercanas…
Sucedió un otoño... 

Allí estaba ella; su larga melena oscura de rizos rebeldes cubría parte de su rostro. Enfundada en un abrigo de paño, parecía una niña grande que apenas asomaba la nariz entre la solapa del chaquetón dos tallas más grande que la suya. Con pasos lentos pero seguros, se acercó a él y con aquella endiablada y maravillosa sonrisa desmoronó el enfado que su impuntualidad provocó.  
Se tiró a su cuello uniendo sus  labios, con ese beso largo que se echa de menos...
 
Se dirigieron a casa. Ya en el sofá y sin ningún vestigio de enfado, compartieron una película de terror; ella las odiaba, a él le fascinaban. Ese recuerdo, dibujó una melancólica mueca en sus labios permaneciendo por largo tiempo, mientras una serie de fotogramas paseaban por su mente.
Aquellas películas de miedo, la invitaba a perderse entre su pecho buscando la protección de su algo más de metro ochenta. Escondida bajo la manta del sofá, le pedia con voz ténue que le narrase aquellas escenas que no tenía valor para mirar.



... Siguió sonriendo al perderse entre esos retazos evocados, reviviendo asi, sensaciones que el mismo había aniquilado de un plumazo. 
Una nube gris, como las de esos inviernos que amenazan con arrasar las flores de tu jardín, se poso en sus recuerdos, induciendole a seguir aquel catálogo de imagenes que habian secuestrado su voluntad; mientras calle abajo, sus pies le llevaban a un escenario alguna vez compartido al lado de aquella mujer.

Su corazón se encongió al rememorar aquel instante en el  sofá; el descanso de aquella película le dió paso para acabar con lo mas hermoso que tenía; bajó su rostro y clavó sus ojos en los de ella. Ambas miradas se encontraron; la joven intuía que algo no iba bien. A veces, los malos presagios son como volutas grises que se contonean con sigilo, mezclándose con el aire hasta formar parte de el.

“Tenemos que hablar” esa fue la primera  de las dos únicas frases que salieron de sus labios. Un enunciado demoledor con el que comienzan todas las conversaciones que llevan a un final. 
Él le acarició el rostro, no habían lágrimas; parecía triste y aturdida, pero permanecíó en silencio.

Apenas con un hilo de voz, argumento sentirse perdido, necesitaba volar, sentirla en el silencio y la distancia. Sin dar más cuartel ni mirar para detrás, se levantó abandonando la pequeña y desolada estancia…

... Habían pasado quince años. Las canas pintaban su ya olvidado cabello oscuro. Su rostro más curtido por los años, marcó cada arruga delatando las emociones y el sufrimiento de una ausencia...

Nunca le dijo el motivo de su despedida. Ya era tarde, el tiempo se encargó de desdibujar las razones que años después perdía validez alguna. Cómo explicar que a pesar de esa decisión, siguió amándola…

A menudo, se preguntaba de que forma su amada habría vivido su  abandono. Posiblemente borrándolo  de su memoria y  poco a poco, enterrando su recuerdo ya sentenciando a la indiferencia.

Caía la tarde cuando llegó al viejo caserón heredado por sus padres; nido de amor de una pasión de juventud que pronto se vio truncada por los infortunios de una elección.

… Como en los viejos tiempos, se levantó al alba para pasear por el prado.  Unos segundos antes de retomar el regreso, su sangre se heló, quizás su mente urdía una broma de mal gusto al creer ver esa figura que tanto ansiaba...
Divisó dos jinetes en la niebla; no daba crédito a sus ojos; esa silueta sobre aquel caballo... ¡no podía ser ella!. Su corazón parecía querer salir del pecho cual caballo desbocado. Apretó los puños enfundados en los bolsillos de su chaqueta a cuadros, compañera fiel de aquellos garbeos de juventud….

Sus miradas algo confusas se cruzaron y en sus gargantas, quedó atrapado todo lo no dicho, lo nunca confesado.  La sombra de un sueño roto, bajó el telón de una frágil esperanza. 

Aquel encuentro, no inmortalizó un final feliz, donde chico corre a buscar a chica y se funden en un apasionado abrazo. Esta vez, la chica iba acompañada y cual dos extraños siguieron sus caminos.

El tiempo ganó la batalla al silencio de su partida.

“Sus entonces grandes corazones, que pequeños quedaron. Sus muchos propósitos que pocos fueron.  Cada uno con su nombre, cada uno con su pasado sin cruzar las aceras para saludarse…”

"Las guerras se libran en el corazón y sólo cuando se derrota a los fantasmas que habitan en el alma, el enemigo se convierte en cortina de humo..."

Esther Mendoza.


sábado, 14 de abril de 2012

"LA JAULA DE LAS MARIPOSAS..."

Los límites nacen en la razón y mueren en el corazón...



Su desconfianza le impedía salir de aquella jaula…
Tras un largo viaje de continuas decepciones, llegó a la conclusión de que el mundo debía ser mirado a través de aquellos barrotes. Los daños colaterales de sus experiencias, albergaron en contra de su voluntad a un ocupa permanente en su vida, el “temor”...


Observar el exterior resultaba más seguro desde el escaparate en que ella se hallaba, y, aunque la puerta siempre estuvo abierta, se protegió cerrándola en su mente.


A la caída del sol y en las noches claras, contemplaba obnubilada un cielo estrellado que la cautivaba; momento en que era abordada por la señora nostalgia rememorando cuando de niña, su abuela le decía que los límites nacían en la razón y morían en el corazón... ¡Cuánto echaba de menos a su sabia "tata"!


Su recelo a volar, bloqueaba cualquier iniciativa por acercarse a aquellas estrellas; sabía que algún día, ¡algún día lo lograría…!” sin embargo, el tiempo y la duda la convirtió en una soñadora de sueños…
 
Una noche en un acto impulsivo, se armó de valor y asfixió a un ego tirano que le recordaba sus falsas limitaciones; entonces,… ¡¡echó a volar!! abandonando así, el reducto que durante mucho tiempo le dio falso cobijo y protección…
 

¡Por fin!, se dijo. Quiso conquistar el firmamento y enamorar a cada una de sus estrellas. Nunca vio  resplandor tan hermoso de la tierra. Desde esa altura, toda tristeza y todo dolor, se esfumaba cual cortina de humo. Alzo el vuelo sintiendo como sus alas frágiles temblaban sin pavor y animosa siguió elevándose para alcanzar un sueño.
 

En ese viaje exhausto y milagroso, descubrió que sólo ella construyó sus barreras con la etiqueta de "imposible". Asumió que las lindes las ponemos nosotros convirtiéndonos en presa de la inseguridad.
 
 Agitaba sus delicadas alas en dirección a una meta posiblemente inaccesible para muchos qué, como ella en el pasado, abortaron su vuelo ante la conquista de un ideal. La emoción que sentía la convenció de que estaba en el camino correcto y entonces, supo que no miraría para detrás…


Durante unos segundos evocó cuando en su prisión compartía sus inquietudes con otras mariposas qué, al escucharla, la tacharon de loca por perseguir una quimera.

Le dieron consejos diseñados por mentes acomodadas en la rutina y cuyas metas, quedaron atrapadas en una bandeja de salida candidata a realidad. Roles junto a deseos, dormían en el sofá confortable donde veían pasar sus días... A eso, ella lo llamaba  "espejismo de relativa felicidad…. “
 
En sus días pasados, con impaciencia ansiaba la llegada de la noche; ese era el momento más anhelado para dejar volar su imaginación a lo desconocido.

Bajó nuevamente sus ojos a la tierra, en ese trayecto osado e intrépido, descubrió que aquellos que se conformaron  con amores hechos a medida y al alcance de la mano, morían temprano en la rutina y la frustración.  

Apostó por conquistar un inviable y, en el camino de la conquista, descubrió cosas hermosas, se trataba de aquellas que le ofreció la vida mientras libraba sus propias batallas. Comprendió que los amores imposibles muestran luces y sombras con caminos alternativos; ellos nos conducen a conocer otra de las múltiples caras del amor…



La mariposa comprendió y evitó caer en el cataclismo que caen la mayoría de los mortales. Apreció detalles que dormían en un rincón del alma humana, posiblemente un castigo injustamente infringido por la ceguera voluntaria de algunos. El valor de las cosas simples, resultó ser un hermoso tesoro en frágil caja de cartón… 


Esther Mendoza.

miércoles, 4 de abril de 2012

"LAS HOJAS DE LA AMISTAD.."


“Para ti amiga Mónica,  por sonreír cuando yo no podía, por permitirme ser yo misma y por estar sin hacer ruidos….”

A lo largo de la vida, la amistad la sentimos de diferentes formas.  Varía su apreciación en función del momento y las circunstancias que nos rodean. 
Es poco valorada en las relaciones cotidianas y, mal empleada en el  vocabulario común, dònde se le atribuye un sinfín de veces a personas ¡no siempre!, merecedoras de ella. Para algunos, es considerada una medalla de tómbola asignada a amigos de segunda categoría o bien, una carrera de fondo para ganar adeptos que engorden un círculo social.
El auténtico significado que engloba un compromiso entre personas que comparten un sentimiento que va más allá del tiempo y del espacio, se ve solapado por un error de concepto.
La amistad, es dar sin esperar nada a cambio, es callar para escuchar al otro cuando te lo pide con la mirada, es estar sin ser llamado y, ausentarnos cuando el amigo necesita crecer en su soledad..
Ya desde la infancia nos cogemos de la mano de aquellos que llamamos "amigos", y, aunque nos llegan vagones cargados de ellos a lo largo de muchas estaciones, ¡sólo unos pocos! se quedan, a los cuales, galardonamos con la medalla al valor por permanacer a nuestro lado en las verdes y en las maduras, con nubarrones y tempestades que arrasan con nuestro tejado…
El destino se encarga de la asignación de etiquetas en su rol. En ocasiones, se convierten en guías protectores, y en otras, semáforos que nos alertan de los peligros que nos asaltan en los cruces difíciles. 
Los verdaderos amigos cuando procede, nos muestran sus emociones guardadas en el cajón de la paciencia, nos esperan sentados en el trono del “no juicio” y, ¡jamás!, obséquian con dardos envenenados ante aquellas impredecibles reacciones poco afortunadas por nuestra parte; además, tienen la potestad de custodiar nuestras íntimas confesiones con votos de silencio…
En el árbol de la amistad, las hojas toman la condición de amigos. Algunas son efímeras, llegan y se van sin pena ni gloria.
Las hojas más cerca del tronco son los que yo llamo amigos del alma; sinceros y auténticos, a los que no le tiembla la voz cuando sus criterios, difieren de los nuestros, sin gratificaciones verbales a modo de armas arrojadizas movidas por el ego…
Por el contrario, ¡esas mísmas palabras!, ¡se convierten en reflexiones magistrales! dándo brillo a nuestra mirada cuando se cruza con la del maestro - amigo..., poseedor, en muchos casos,  de esas manos qué, en más de una ocasión, han secado nuestras lágrimas cuando una nube gris se posó sobre nuestra cabeza..
Luego están los amigos que vienen por una estación, unos días, unas horas, y , aún así, dejan una huella imborrable en nuestro corazón...
En las puntas de las ramas, residen aquellas distantes que sólo aparecen cuando el viento sopla a su favor; obviamente, no podemos evitar perder algunas de ellas por el camino…Sin embargo, algunas de esas hojas caídas, permanecen a nuestro lado alimentando la raíz con su amor y lealtad.
Los recuerdos y vivencias compartidos, quedan prendados en la nervadura de las hojas, ¡las alegrías se deslizan por el peciolo hasta arrancarnos sonrisas al recordarlas!..., y, en los bordes, quedan nuestro afecto y gratitud para toda una vida…
Cada ser que pasa por las estaciones de nuestra existencia, ¡es especial, siempre deja algo!, y..., se lleva un poco de nosotros…
La prueba de que dos almas están destinadas a encontrarse,sin lugar a dudas, se fundamenta en la amistad…
Gracias Mónica por haberte cruzado en mi historia, permanecer en ella más de una estación. Y ubicarte en unas raices con la fuerza del cariño y el respeto que alimentan las ramas del árbol de la amistad...

Esther Mendoza.

"La amistad es para muchos cómo el oro de los tontos, creen poseerla porque la confunden con el brillo del  halago fácil. Sólo aquellos que no se han quedado en la superficie y muestra su rostro al desafío, la conquista..."
(Esther Mendoza)
"CADA ESTACIÓN NOS PREMIA CON SU PRESENCIA REGALÁNDONOS NUEVOS AMIGOS..."





martes, 3 de abril de 2012

"EL VALOR DE LAS PALABRAS..."

 
Ellas construyen  tu futuro...




“Los griegos pensaban que la palabra era divina y los filósofos, optaban por elogiar el silencio...”



EL VALOR DE LAS PALABRAS…


Las palabras ejercen una influencia importante, tanto para quien las dice como para quien las recibe. Su efecto no desaparece por arte de magia, queda cristalizado en la memoria, deja hermosas huellas en el alma o terribles cicatrices fosilizadas en ella.

El valor que les imprimimos lleva implícito un destino, tienen la potestad de convertirse en la brújula de nuestro camino; el éxito o fracaso de una vida, lo tiñen las propias palabras.

De no ser capaces de expresar de forma inteligente nuestros sentimientos, correremos el peligro de no retirarlas a tiempo causando daños irreparables en su destinatario. Las palabras pueden curarte o herirte profundamente de no darles el mimo que se merecen; en un instante, destruyen lo que con amor un día construimos y herir a quien no debemos.


Si fuéramos capaces de controlar nuestras dañinas emociones a través de la comunicación, no se convertirían en dardos envenenados cuyo objetivo, es contentar a un ego tirano que empequeñece al ser y cuantas cosas buenas pudo tener, reduciendo así, su valía ante los ojos del otro.


El lenguaje que utilizamos habla de nuestro mundo interior. Muchas de las cosas que nos suceden son el producto del desequilibrio que hay en nuestra vida, del poco amor que nos damos y la manera en que acogemos al resentimiento. Las palabras, tienen el poder de reescribir capítulos de nuestra historia colocando titulares que nos delatan. Darle una mala salida a los conflictos internos  que dejan al descubierto nuestra fragilidad, lleva a la  vulnerabilidad a conciliarse con el mal uso de los afectos.


¿Por qué utilizar la palabra como arma arrojadiza que nos coloca en el trono que martiriza y domina?, ellas pueden encender discordias, arruinar vidas, romper relaciones, crear resquemos, herir y matar la confianza del otro...
Por el contrario, si cambiamos su connotación y la tildamos de amabilidad, el eco que escucharemos también lo será. Aliviarán cargas, darán sosiego y generaran amor. Una palabra, podría ayudar a levantarse a quien la reciba hallando consuelo en ellas y dar respuestas desconocidas a quien no creía tenerlas.


Una frase amable, tienen el poder de hacernos sentir especiales, como la oración que clausura lo mejor del día. Si de forma cotidiana nos propusiéramos una pequeña declaración de intenciones, los resultados serían milagrosos. Hallaríamos una manera de propiciar y multiplicar el valor que le damos a cuantas cosas y personas nos rodean.


¡Apostemo por la acción que nos diferencie, y, a la vez, nos hagan especiales Construyamos modelos de comportamientos que sirvan de ejemplo a una sociedad diferenciada en la cortesía y en el respeto. Sembremos empatía para recoger agradecimiento y admiración de generaciones que empujan para presentarnos un mundo mejor…En definitiva, comulguemos con el ejemplo y asfixiemos la crítica fácil.


Esther Mendoza



“Tus palabras describen tu futuro. Eres el arquitecto de tu vida, `por lo tanto, único responsable de la forma que premias tu paso por ella...”





lunes, 2 de abril de 2012

"EL LAGO..."

"silencios que curan..."



 
En el me perderé para reencontrarme…

A veces, el ser humano se siente muerto, sin expectativas de recuperar sus sueños. Anda caminos que no lo llevan a ninguna parte, se pierde en bosques de dudas, sube montañas de obstáculos y fija sus ojos en un cielo nuboso; desesperado, baja la cordillera, se aleja de la espesura y cierra los ojos al firmamento…

Se sienta en el laberinto de su vida y hundiendo la cabeza entre sus manos, observa abatido las lágrimas de desesperanza que caen por su rostro…

De repente, levanta la mirada y allí esta ese entorno que dará respuesta a su espíritu. Curará su dolor y acariciará su corazón…

El lago es ese rincón donde descansan las pupilas; en el reposan los recuerdos que acaricia la memoria. El cuerpo, se abandona a la sutil invitación de sumergirse entre sus aguas, delegando los sentidos a la sublime fantasía de un coro de elfos y hadas que canturrean desde su hondura

El ruido de la mente, lucha contra la codiciosa presunción del ego que desea ganar batallas, tratando de alejar al ser del remanso de paz que ofrece el lugar.

Por otro lado, el lago te arrastra hasta el fondo para guiarte a la comprensión de aquello que viste en otras miradas; tal vez ,todo eso que no te gusta de ti y no hubieras querido ver. 
Una inquietud movida por la oscuridad de unos demonios tan inmensos como el océano. También, podria ser un bálsamo que  sane las heridas de nuestras propias taras.

Un lago puede ejercer de espejo. Podríamos visualizar en él lo aspectos más recónditos que guardamos; tímidos deseos, la inseguridad de una ilusión, temores inconfesables que por tiempo nos secuestraron. Aquello que albergó nuestra esencia y decidió por nuestra razón, cogiendo las riendas de las emociones que por años,  se apoderaron de nuestro libre albedrio, para colocarnos como marionetas, en el teatro de la arrogancia.

En el lago, depositamos lo dulce y amargo, lo claro y oscuro con la esperanza de encomendar allí, la carga de una pena, la tristeza de un silencio, la ausencia de un amor…

El lago escucha y mudo recoge todo lo consignado en su profundidad, emergiendo nuevamente para entregar en un espejo  a modo de reflexion, nuestros callados anhelos…

“Es inviable dijo el orgullo, es peligroso pensó la experiencia, no merece la pena decidió la razón, arriésgate susurró su corazón…”

Esther Mendoza


domingo, 1 de abril de 2012

"ESO, ESO QUE LLAMAS AMOR..."

La realidad es siempre la misma  y lo que es, es. Cuidado con tus percepciones. Si lo que ves, se ajusta a la medida de la realidad que a ti más te conviene, desconfía de tus ojos…
Jorge Bucay.

Sucede o no sucede…

Para construir una relación intima, no es suficiente con el amor. Es necesaria la atracción, la certidumbre y el atrevimiento de arriesgar. Se necesita ver algo que nos atraiga, nos embelese, nos guste y nos lleve a pensarle; hace falta confiar en el otro… 

La confianza en una relación íntima, implica tal grado de compromiso que jamás se contempla la mentira...

El amor, el encanto, la franqueza, son sensaciones que pudieran ocurrir o no, cuando no sucede, la relación se llama buena pero no intima y si no es íntima, no trascenderá...

Podemos decidir no amar. Hay oportunidades donde la apuesta por ese deseo, pierde fuerza ante aquello que nos toca vivir e implícito va, el hecho de entregarnos al carisma y agradecimiento nacido de la entrega del otro, eso es algo que sucede o no sucede. 

Todas las historias tienen un desenlace y algunas llegan a un cruce de caminos pasando a la siguiente prueba.; a veces juntos y otras por separados. Si ha ocurrido así, de nada sirve permanecer en aquello que tuvo su momento. El sacrificio, no puede ejercer la potestad de que dure más allá de su tiempo.

Si nos resignamos en lugar de amar, nos mutilamos, cancelamos nuestra vida consiguiendo la lástima, la consideración o tal vez, la gratitud del otro; pero eso no asegura su amor. Eso, eso que llamamos amor, ni siquiera depende de ti…

A menudo, nos cuestionamos afectos que deben estar exentos del recelo, sin embargo, le ponemos la incógnita y tildamos de dudoso aquello que nos seduce y cautiva nuestra atención concluyendo con un “¿vale la pena?”

¿Es posible que el orgullo o tal vez el miedo, nos haga sospechar de la veracidad de esa devoción, rara vez generosa y libre ante nuestros ojos?

¿Se puede reflexionar sobre los hilos que mueven al corazón? Es fácil tomar actitudes inexorables ante lo desconocido, pero ¿por qué con aquellas emociones que alimentan nuestra alma, esas, que hablan de aquellas relaciones íntimas que generan encuentros comprometidos que trascienden en el tiempo?… cuan familiarizados estamos con el abismo de la indecisión 

Eso, eso que llamamos amor, no genera dudas, ni miedos, ni punto de encuentro ni desencuentros que nos coloca en el trono del “yo soy” provocando lágrimas y desconsuelo en el otro…

Eso, eso que llamamos amor, habla del tamaño de las personas, nos brinda alegrías, regala sonrisas, sujeta manos y como un péndulo se mantiene estático en el lugar y momento correcto; sin preguntas, sin modificar quien eres, solo valorando y respetando la experiencia de conocerte. 

Tu existencia no admite representantes, mas bien compañeros de viaje. El amor es el orden mágico de las piezas de una vida…

Eso, eso que llamamos amor, a veces sucede o no sucede…

Esther Mendoza.